Es de noche, estás tú y tu fe en tus ideas, nadie más, has decidido que ya basta de estar tirado en el sofá de tu casa, y decides salir a la calle, aunque seas tú solo, te sientes como un explorador, como un héroe en una jungla de asfalto y cristal, sientes que llevas a cabo una gesta heroica, tu y la jungla, andas y andas y no te decides a sacar esas pegatinas que llevas en la chaqueta, y piensas, “una sola y me voy”, mientras la despegas sientes como se te adhiere el pegamento, como suena ese papel, la tensión sube, miras a tu alrededor por si viene alguien, la pones en la farola.
Te quedas un rato contemplándola, como si de una obra de arte se tratara, y piensas en la cantidad de gente que a la mañana la verán tal vez, y como piensas que estas ideas son las correctas y que con una pegatina no es suficiente para que el mensaje llegue a mucha gente, decides empezar a poner otra y otra y otra…., sin darte cuenta te has olvidado de mirar “por si viene alguien” y has llenado de pegatinas toda la calle.
Vuelves por el camino por donde has ido poniendo los adhesivos, contemplándolos al paso solitario de tu andar, orgulloso de ese pequeño grano de arena, mañana pondré más, piensas, mientras te diriges a tu hogar pensativo y con unas ganas terribles de volver a hacer y añadir otro grano de arena, con la esperanza de crear una montaña de arena, con tu sacrificio, con tu militancia, por tus ideas, por el pueblo.
Relato de militancia de un joven militante navarro.
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